1 de diciembre de 2011

CARTA DE OSMÁN MOROTE

A PROPÓSITO DE LA PRESENTACIÓN DEL POEMARIO “YA NO SOY, SIMPLEMENTE SOMOS”

Con asistencia de numeroso público, el martes 25 de octubre en la Biblioteca Nacional de Chile, en Santiago, se presentó el poemario “Ya no soy, simplemente somos” de Osmán Morote Barrionuevo, quien como a otros tantos prisioneros se les imputó el ilegal e inconstitucional delito de terrorismo sin ninguna posibili­dad de asumir su legítima defensa y más aún sin la oportunidad de que el pueblo ante quien se le acusa tenga oportunidad de escucharlo y saber lo que realmente sucedió durante el periodo y sucesos correspondientes al alzamiento armado del Partido Comunista iniciado en el año 1980. Osmán Morote se encuentra recluido en prisión desde el año 1988. Con la debida autorización, damos a conocer la carta que se leyera durante la presentación de dicho libro. (J.S.)


                                                                                                           23 Octubre del 2011
Queridísima Elenita:

Nuestro saludo, recuerdo y amor para ti, Carlos y nuestras tres gotitas.
Finalmente el poemario ofrecido viaja hacia ustedes. Era una obligación rematar una tarea largamente em­peñada, como homenaje a la gran causa del proletariado, a los Héroes de nuestro pueblo y específicamente como un aporte a la brega actual guiada por Solución Política, Amnistía General y Reconciliación Nacional, por la libertad de nuestro querido Maestro Dr. Abimael Guzmán Reinoso y por la libertad de todos los prisioneros políticos del país. Es muy bueno que, después de casi dos décadas de bregar intensamente, se escuchen en diferentes sectores, y particu­larmente entre las masas, voces próximas y concurrentes. No estuvimos equivocados, y los hechos lo prueban, es una salida que beneficia a las masas.
Mi profunda gratitud a las compañeras y compañeros chilenos, a todos los amigos, por darme la oportunidad de presentarles “Ya no soy, simplemente somos”, una colección de los poemas que escribí y pude conservar durante mis casi 24 años de prisión en las cárceles de Castro Castro, Lima, Yanamayo, Puno, y finalmente Piedras Gordas, Lima, donde actualmente me encuentro.
Soy militante del Partido Comunista del Perú, marxista-leninista-maoísta, pensamiento gonzalo. Como parte de las obligaciones que tenemos los prisioneros, además de la actividad productiva, trabajo continuamente en lite­ratura, música y poesía. Así transformamos las mazmorras, damos concreción a nuestras obligaciones y seguimos, invariablemente, sirviendo al pueblo y al futuro. Y por encima de los muros seguimos con atención y entusiasmo la brega del proletariado y las masas de todo el mundo.
La relación con el hermoso pueblo chileno, en mi caso, se ha desarrollado desde hace unos 60 años aproxi­madamente. Hago un breve recuento:
Mi padre Efraín, profesor de folklore en la Universidad del Cuzco, hizo amistad con estudiosos de Ciencias Sociales en diversos países de América, y viajó invitado a reuniones internacionales, algunas de las cuales se desarro­llaron en Chile: Santiago, Viña del Mar, Valparaíso, son nombres que recuerdo. El retorno a casa siempre se convirtió en un acontecimiento especial: el sabroso recuento de las amistades concretadas y de amigos epistolares conocidos directamente, además de las anécdotas del viaje, las historias de los pueblos, la descripción de sus maravillosas arte­sanías, y los libros y discos, llenos de historias, poemas y música popular. Nos complacía saber que los mates burila­dos, llenos con la tierra del Montecarlo, cerro tutelar del Cuzco, que habíamos ayudado a recoger habían llegado a las manos amigas a las que estaban destinados.
Así empezamos a conocer y amar nuestra América, en la brega intensa y creativa del proletariado, del cam­pesinado, de las masas populares, sus intelectuales, principalmente en defensa de la tierra, la nación y el futuro. En lo específico permitió que conociéramos más y mejor la historia americana, los desencuentros promovidos por el imperialismo y los explotadores, los encuentros promovidos por el proletariado y las masas populares. Con intensa emoción supimos de la ardorosa e incansable lucha de los hermanos mapuches, desde las jornadas de Caupolicán y Lautaro, y saltando a través de las hojas escritas por Ercilla hasta el vigoroso cuadro descrito por Pablo Neruda en Canto General, o las afirmaciones y gritos intensos y vitales de Gabriela Mistral, la profundidad sonora y luminosa de Matilde Ladrón de Guevara, y la de tantos otros.
Años más tarde, a mediados de 1969, al retornar de la Escuela, en la República Popular China, tuve la opor­tunidad de llegar a Santiago. Olvido las molestias del control de aduanas, tan comunes en todos nuestros pueblos, lo importante fue el recorrido a pie, como debe ser cuando se quiere conocer, por sectores de la capital, para conversar con la gente, visitar lugares históricos, comprar libros, grabaciones de música popular, y una garrafa de buen vino para llevarle como presente a mi padre. En una pequeña posada o “almacén”, haciendo amistad con el propietario, saboreando el vino casero que ofrecía, conversando abundantemente como dos buenos paisanos, concluimos que la verdadera libertad, la unidad de las naciones y pueblos, podían y debían ser construidos por ellos mismos. Termina­mos dándonos un fuerte abrazo y hasta la vista.
Los años finales de los 60 y principalmente toda la década del 70 fueron extraordinariamente aleccionadores. Nuestro Maestro el Dr. Abimael Guzmán Reinoso, hizo el minucioso y exhaustivo análisis de la historia mundial, la historia americana y la peruana, estableciendo, desde la posición del Marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, las leyes y las lecciones de sus procesos, particularmente la causa común de la Clase Obrera y los pueblos del mundo, y su indesmayable brega por cancelar la explotación y opresión y dar paso a una sociedad basada en el trabajo, la libertad, la camaradería. Y en el curso de este análisis la figura y brega ejemplar del proletariado chileno, de Luis Emilio Recavarren, hijo de Chile, padre de Chile, patria, pampa, pueblo, Clase Obrera, el de la flor desnuda, intensamente roja, el de la esperanza universal, por la que se entrega todo y siempre.
En 1980 iniciamos la Guerra Popular en el Perú, el más grande movimiento social revolucionario de toda nuestra historia. El año 1992 acordamos concluirlo. El balance y las lecciones están pendientes. Y la verdad de los hechos se abre camino, y de ella nace nuestra fuerza.
Ya en estos años, aunque haya permanecido casi 24 en las prisiones del Estado, un pedazo grande de mi corazón vive con mis hijos y nietas, que han migrado a Chile, como muchos de nuestros familiares, para sobrevivir con seguridad y provecho, tuvieron que migrar a diversos lugares del mundo. Se que históricamente las tierras del sur han sido cálidas y amables con los injustamente perseguidos y amenazados. Gracias por eso.
Finalmente, “Ya no soy, simplemente somos” es la afirmación del Socialismo y el Comunismo, de la futura sociedad dentro de la cual la individualidad cobra verdadera libertad y creatividad. Es el consiente deslinde con la propiedad privada y el individualismo, la ruptura con toda expresión de interés y poder personal. Un potro amarrado a una estaca no puede galopar. Ese proceso de transformación fue inevitable para quienes decidimos asumir la brega por un mundo nuevo, desde los 60 en mi caso. Y tuvimos, como hoy mismo, en nuestro Maestro, el Dr. Abimael Guzmán Reinoso, no sólo el ejemplo a seguir, sino el permanente acicate para nuestra transformación consiente y necesaria. Si a la burguesía le desagrada la lucha de dos líneas, para el proletariado es una necesidad vital. La forja del buen acero sólo se consigue con el fuego intenso y a los golpes del martillo. La crítica es para unir no para des­truir.
Renunciar a todo y marchar al campo, a integrarnos de a verdad con el campesinado, y transformarnos también de a verdad en combatientes revolucionarios fue un reto. He caminado buena parte de la sierra de mi país, he encontrado otras Madres y hermanas y hermanos. Los caminos se convirtieron en mis viejos conocidos, y yo en Hombre de marcha, ni sedentario ni errante. Por eso me son tan cotidianas las Montañas, el viento, la lluvia, los árboles, y en especial y principalmente las temporales despedidas y los prontos regresos y magníficos y cálidos abra­zos.
Las circunstancias de la prisión cambiaron el escenario pero no los ideales y las aspiraciones de futuro. Sólo la fuerza del colectivo nos permitió sobrevivir y persistir, crear y florecer nuevamente, mantenernos limpios y honrados.
Por eso hoy que otros caminan con noso­tros, nosotros bregamos junto a ellos, y todos apren­demos de nuestro Maestro firme, sólido, infatigable, y a su ejemplo, también de nuestras queridísimas compañeras prisioneras, siempre a la vanguardia en todas nuestras bregas.
Dejo el poemario en vuestras manos. Un abrazo fuerte de


   OSMÁN MOROTE
     Piedras Gordas

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