1 de mayo de 2013

Carta a una joven estudiante de teatro (II)

No cabe duda el papel que cumple el estudio de filosofía entre los artistas, y eso incluye a actores o bailadores, como dices. En realidad, el estudio de filosofía debería iniciarse tan pronto el ser humano da sus primeros pasos, pues justamente el hombre es un ser filosófico desde temprana edad. Ciertamente, uno de los primeros cultos que el hombre tuvo en su historia es el culto a las fuerzas de la naturaleza, comprendiéndose a sí mismo entre ellas, ese es básicamente el culto dionisiaco, que entre los griegos era representado por el Dionisios,- que da lugar al teatro-, y entre nosotros los peruanos por los dioses representativos de las fuerzas naturales encarnados en animales, como la serpiente (divinidad muy importante varios siglos en las culturas Chavín y Mochica), el puma, etc. El macho cabrío es el prototipo de Dionisios. Más tarde da lugar en la iconografía cristiana, al “diablo”, pues al desarrollarse el cristianismo impone otra racionalidad, y otros dioses, y defenestra a Baco, el dios de la vida de los romanos, directo heredero de Dionisios.
Un filósofo destacado, en cierto modo, padre del moderno existencialismo (“el ser y la nada”, ver Sartre), fue Nietzsche. Renegado del cristianismo, reclama una racionalidad superior de la filosofía, pues el cristianismo sembró de pusilánimes el mundo que vivió el filósofo. Había necesidad de crear al “superhombre”. Este filósofo es también padre del individualismo, de las superestrellas, dicen que del nazismo, y de la contradicción dionisiaco-apolineo, donde lo primero es la energía universal y lo segundo la super racionalidad.
Esta es una polaridad artificial. No hay que hacer mucho esfuerzo para comprender por qué este filósofo tiene tanto ascendiente entre algunos artistas. Por ser generalmente seres sensibles, viven en esa polaridad: listos para lanzarse al cuello de su entorno, o llenos de indiferencia. A menos que comprendan que la disyuntiva real es: en qué medida participan de las necesidades culturales de las grandes masas, e integrados a ellas, con toda su sensibilidad y su conciencia, contribuyen a su elevación.
Todavía en el mundo contemporáneo, escritores de la talla de Vargas Llosa, enarbolan la teoría de que el acto creativo es un encuentro con los “demonios” internos que cada cual expulsa en dicho acto. Debe ser por eso que cada día sus obras, como sus pensamientos, están más bien afincados en la defensa del sistema, en las formas arcaicas de las relaciones sociales y en un liberalismo hipócrita. Muchos otros artistas cultivan sus irracionalidades, a través de diferentes medios, porque supuestamente rinden culto a sus “diablos”, la “posesión” les permite hacer sus obras. Y ya sabemos qué resulta de esas “poseciones”.
Como comprenderás, todo esto me parece pueril vanidad, pensamiento atrasado, sujeto a feudalidad, individualismo disfrazado de fatalidad, ensarte más que arte, y principalmente, argumento aburguesado que trata de contraponer la relación intrínseca, necesaria, fundamental, entre el individuo y la sociedad, entre intelecto y obra, entre deseo y propósito.
¿Cómo se une lo racional con lo subjetivo? Me preguntas. Pero ¿es que estuvieron separados en algún momento? ¿Alguien vio a la razón pura caminando por la calle? ¿O el sentimiento más elevado, reconfortado entre los pobres? La idea de la pureza, es en el fondo una herencia cristiana, pues en la realidad no existe. No existen los elementos químicamente puros, me decía un señor biólogo.

El mundo es una unidad, y es contradicción. Y de esa materia contradictoria están hechos todos los cuerpos del universo. Así en el arte, como en la ciencia, en la vida diaria, como en nuestros grandes proyectos. Y en la composición de un personaje, hay que observar principalmente sus referentes sociales, pero también la cuota de humanismo, de purismo que le sembraron en el pecho, sus contradicciones. Y su unidad. Sin ello, nuestros personajes serían planos, unidimensionales, superficiales.
Si queremos que nuestro teatro sea grande, y estoy seguro que así lo quieres tú, estudiemos la complejidad de sus personajes desde todos los ángulos, y resolvamos sus contradicciones preguntándonos ¿adónde quieren ir? ¿Qué quieren de la vida? ¿Qué posición ocupan en el seno de su sociedad? ¿De qué manera contribuyen a modificarla? Y ello, desde dentro, desde las tripas, hacia fuera, porque representamos a seres humanos, material e históricamente determinados. ¡Un abrazo y muchos éxitos!

(A.M.)

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