Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) es uno de los más representativos escritores del Perú contemporáneo. A lo largo de sus obras, principalmente novelas, ha reseñado las contradicciones más agitadas de la sociedad peruana de este tiempo. Conversamos con él para indagar en sus opiniones sobre la literatura actual y sus repercusiones en la vida cotidiana.
El arte y la literatura, como parte del ideario de los pueblos, juegan un papel muy importante en su desarrollo. A su manera de ver, ¿cuales son los grandes ejes del pensamiento que ha guiado la labor de los escritores en el Perú de las últimas décadas?
En primer lugar, hablar de los escritores en el Perú es hacer una generalización. Me referiré estrictamente a los narradores. Ellos construyen un mundo de ficción a base de la realidad. No se debe confundir el mundo de la ficción con el mundo de la realidad. El narrador puede manipular el tiempo, los personajes y el espacio de la realidad real. ¿Porqué escoge un tema? ¿Desde qué punto de vista va a crear ese mundo de ficción? Las palabras y el tema que escoge están demostrando una ideología, así ese escritor hable de la rosa. Es decir, la creación de esa ficción obedece a una concepción del mundo. Hace algunos años se creía en la separación entre el fondo y la forma. Se decía que en el fondo estaba el mensaje, y no en la forma era un instrumento. Desde el punto de vista marxista, en la forma hay ideología.
La unidad de la forma y el contenido.
No hay autor que no tenga una ideología. Empleo el término ideología como la concepción que se tiene del mundo. En esta medida, los escritores obedecen a una ideología. Hay una ideología de derecha y otra de izquierda. Frente a los acontecimientos que ha vivido el Perú en las últimas décadas, hay dos formas de mirar la realidad. Una mirada que obedece a una concepción derechista, y otra a una concepción de izquierda. Sobre estos años de violencia, los narradores derechistas afirman que su enfoque es objetivo. Hay novelas premiadas, autores como Cueto, Roncagliolo, tienen una profunda concepción derechista. Carecen de una visión objetiva, como ellos creen. De otro lado, hay novelas como “Rosa Chuchillo”, de Colchado, “Retablo” de Julián Pérez, “Golpes de Viento” de Víctor Hernández, que tienen una concepción de izquierda. Un filósofo alemán dice que aún no ha nacido el que pueda saltar sobre su propia sombra. Es decir, aún no hay hombres que puedan saltar sobre su propia ideología. Por eso hay que hacer este deslinde, escritores de derecha y escritores de izquierda.
Puede ser innecesario, pero le preguntaré: ¿dónde se ubica Ud.?
Mi ideología es de izquierda, soy un escritor de izquierda. Soy marxista, aunque no pertenezca a un partido político, como un católico que no necesariamente debe pertenecer a alguna cofradía.
¿Y porqué no pertenece Ud. a una organización política?
Pienso que el escritor, el narrador, debe tener cierta libertad. Y los partidos políticos dan líneas políticas de acción.
Es decir, líneas de libertad.
Sostengo que los escritores tienen una posición ideológica, pero un poco aparte de la línea política de un partido. Sin embargo, toda concepción del mundo es política, otra cosa es la militancia política. Todos somos políticos.
Y en su labor literaria actual, ¿cómo se expresa su posición política?
Estoy escribiendo una novela sobre la Universidad de Huamanga en los primeros años del 60. Hay un material que se está difundiendo, sobre esa etapa y las posteriores que le llaman violencia interna, guerra popular. Pasará mucho tiempo, para que los historiadores le den el nombre adecuado. Creo que hubo una guerra popular porque allí combatieron los más pobres del Perú, de un lado y otro, mientras los ricos se escondían en sus casas o se iban del Perú.
¿Porqué Huamanga?
Durante la colonia fue muy importante. Lima era el centro del Virreinato, Buenos Aires era una pequeña capitanía. Las grandes minas estaban en Huancavelica, en Potosí. Huamanga era una ciudad de descanso, eso explica las grandes casonas, las iglesias. Luego, se crea la universidad. Es la segunda universidad fundada en el Perú durante la colonia. Después de la guerra con Chile viene la decadencia. Cierran la universidad, la cierran, y todo el esplendor de Huamanga se pierde. A fines del 50, hay un grupo de intelectuales, como Jorge Basadre, José María Arguedas, que se proponen reabrir la universidad. Y esta ciudad aldeana, con el retorno de la universidad, se levantó. Se convocan para sus cátedras a los intelectuales jóvenes más destacados del país.
El escritor Oswaldo Reynoso nos acoge en su casa y conversa con CULTURALES |
¿Y cómo se produce esta convocatoria de lo mejor?
El primer rector de la universidad fue Emilio Romero Pintado, un capitán de navío, retirado, pero un intelectual que ha escrito cuentos sobre la selva, ha estudiado la influencia de los términos africanos en el lenguaje peruano, y tuvo el gran acierto de convocar a los jóvenes intelectuales más brillantes. Por ejemplo, Julio Ramón Ribeyro, Fernando Silva Santisteban, Luis Lumbreras, Luis Millones. Y no sólo en Humanidades, sino también en ciencias, y en otras ramas del conocimiento. Luego, Efraín Morote Best, un joven estudioso del folklore que destacaba en el Cuzco y dirigía una revista muy importante de antropología, es profesor y después rector de la universidad. Él propone traer profesores de provincia, los mejores profesores de provincias. En este momento, había dos centros importantes, la universidad del Cuzco y la de Arequipa. Y él va en persona, y convence a profesores de Cuzco como de Arequipa para que vayan a trabajar a Huamanga. De Cuzco viene un importante lingüista, el profesor Escobar. De Arequipa vienen como veinte profesores. Entre ellos, los filósofos Armando Barreda, Abimael Guzmán, Mario Arenas, entre otros, como Alvaro Villavicencio.
Ayacucho de los años 60, la universidad de Huamanga ¿ese es el contexto de su próxima novela?
Sí, pero hago referencia a lo que pasó en La Cantuta en la década del sesenta. Cuando desde el gobierno se decide restarle valor a La Cantuta, los profesores y empleados nos declaramos en huelga y tomamos la universidad. Se realiza entonces la primera marcha de sacrificio del país. El gobierno destituye a todos los profesores, acusándolos de izquierdistas. Para colmo, esa lista de profesores la presidía Luis Jaime Cisneros, José María Arguedas, Javier Sologuren, Washington Delgado, es decir, lo mejor de la intelectualidad. A todos nos acusaron de ser revoltosos e izquierdistas.
¿Ud. cree que ese conjunto de intelectuales haya tenido una influencia decidida en los acontecimientos históricos posteriores?
Precisamente, cuando dejé Huamanga pensé: “Aquí se ha creado una bomba molotov. Solo falta que alguien prenda el fósforo”. Una ciudad tan atrasada, con una situación socioeconómica e ideológica como la que se vivía en los sesenta tenía que traer sus consecuencias, cuando la juventud, con las enseñanzas de esos profesores, comprendieron la real situación del país.
Entonces, ese es un eje político característico de los intelectuales de ese momento.
Un escritor peruano recientemente dijo que los escritores en el Perú se dividían en andinos y criollos. Un día me encontré con él y le dije: “Mira, yo no soy ni andino ni criollo. ¿dónde me ubicas, carajo?” No creo que en el Perú haya escritores criollos y andinos. Lo que existe en el Perú son escritores mediáticos, que tienen a su favor toda la prensa, todos los canales, porque su ideología está de acuerdo con lo establecido oficialmente.
¿Y quiénes son los otros?
Los otros son los auténticos. Aunque ahora también hay los escritores transgénicos, es decir, los creados artificialmente, como productos del mercado. Yo me sitúo como un escritor auténtico.
Entrevista: Alberto Mego