Nací en Chimbote, en las campiñas de Chimbote. Lo primero que me interesó es la naturaleza, después encuentro el paisaje humano y conocí algunos maestros y pintores de Trujillo, pero es la gente humilde lo que más me ha interesado, a veces me permitían entrar a sus casas y ver la forma natural de sus vidas, por eso no me he alejado del rostro humano, de la nobleza de sus miradas. Yo estudié hasta el bachillerato de mecánica de producción, y en el taller de artes plásticas conocí a dos egresados de la Escuela de Trujillo. Con ellos, quizá de forma empírica, entendí que lo plástico está relacionado a tus vivencias, a lo natural de la vida. De diferentes maneras, la acuarela, el pastel, el acrílico, después el óleo, comencé a pintar esas imágenes de la vida.
Luego, vine a Lima en el 81. Ingreso a la Escuela de Bellas Artes. Ese encuentro con Lima fue muy motivador porque los jóvenes estudiantes de la Escuela, -teníamos 18, 19 años-, vimos que en el país había un movimiento político que marcó a una generación en los años 80. Yo tenía como profesor de dibujo a Félix Revolledo que me hizo ver de manera alturada lo que ocurría a nuestro alrededor. Con él, íbamos al muelle de Chorrillos, al mercado, a Polvos Azules, a las calles del Rimac, él nos enseñaba a valorar la realidad. La creatividad no viene de nuestra imaginación, eso es metafísico, la creatividad es la valoración de tu en-torno. Eso aprendimos en los 80, y siempre voy a valorar el carácter humanista, la solidaridad de mis compañeros, el considerarse un producto social que nos lleva siempre a desarrollar un arte con conciencia, que sirva a las inquietudes y sueños de nuestro pueblo.
Más tarde, fui un preso político. En prisión conocí a mucha gente valerosa, humanista, de profundas convicciones políticas, aprendí a no desligarme nunca de las consecuencias de mi pueblo y del arte figurativo. A veces éste es solo un deleite estético, pienso que en realidad el arte figurativo tiene un carácter social y debe estar ligado a la reflexión. Por eso, en mi obra hay metáfora, simbolismo y didáctica para que sea entendido por la gente sencilla.
He tenido la suerte de exponer afuera, en Chile, en Singapur, la última en el Museo de las Artes en Toluca, México, pero tanto para mi compañera Ivette, como para mi éstas son oportunidades de conocer otros pueblos, otras historias, otras luchas. Ahora vengo de Ayacucho donde estaré en agosto en el C.C. de la Universidad de Huamanga, donde además hablaremos de arte contemporáneo. Además con Ivette haremos otras exposiciones en los pueblos del interior. Porque la mejor herramienta que tenemos para dimensionar nuestra obra es estar atentos a lo que acontece en nuestra sociedad. Podemos manejar las corrientes contemporáneas pero desde nuestra identidad, desde nuestros acontecimientos sociales y políticos.
(Edición: A.M.)
1 comentario:
Alfredo alcalde si que es un maestro.Un orgullo chimbotano y que decir a todos los Peruanos, nos orgullecer su arte
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