Hay un gran escritor
peruano que nació en marzo, falleció en abril, cuya obra es de un inmortal mayo
proletario, pero de valor todavía indefinible en el tiempo. Nos referimos a
César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892- París, 15 de abril
de 1938). En opinión de Thomas Merton, influyente crítico norteamericano,
Vallejo es “el más grande poeta universal después de Dante”. Sin embargo, poco
se conoce el carácter polifacético de Vallejo pues además desarrolló una obra
como narrador, ensayista, novelista, autor de obras teatrales, periodista, incansable
investigador. Y ello especialmente debido a la posición de clase que adoptara
después de asumir el marxismo como guía de su obrar y el comunismo como máximo
anhelo para la humanidad. Todos los lenguajes son insuficientes para tal
anhelo.
“La propia práctica
de la lucha de clases le hace comprender que no basta la adhesión ética al
marxismo, pues la estrategia y táctica de la revolución se basan en una concepción
general del mundo con tres partes consecutivas e interrelacionadas: filosofía,
economía y socialismo científico. Entonces Vallejo, hombre de gran cultura y de
inteligencia superior, emprende un estudio sistemático del marxismo
paralelamente a su práctica política en la que destaca su rol de propagandista
-ya que ha dejado de ser un mero espectador de la escena contemporánea- del
proceso de conducción del socialismo en Rusia” señala Miguel Gutiérrez en su
texto “César Vallejo y el Marxismo”.
Vallejo (de sombrero), con su amigo Juan Domingo Córdova posiblemente en Francia, en foto poco conocida, tomada por Georgette, su compañera |
Es armado del
materialismo dialéctico e histórico que Vallejo puede analizar y comprender la
realidad de su tiempo, y hacer propuestas audaces como constituir la célula
comunista de París, afiliada al Partido Comunista del Perú. Y cuyas actividades
le valen más tarde, el 29 de diciembre de 1930 junto a su compañera Georgette
Philipphart, ser expulsado de Francia por la policía a causa de sus múltiples “actividades
subversivas Después de ser expulsado de Francia, pasa a España donde se
inscribe en el Partido Comunista de España (1931) y es nombrado corresponsal,
sigue de cerca las acciones de la Guerra Civil y escribe el gran poema “España,
aparta de mí este cáliz”, que aparece en 1939, impreso por soldados del
ejército republicano. Por esa firme posición tangible en cada de sus textos,
Vallejo pertenece a obreros y campesinos, a las masas más humildes que claman
la transformación de la humanidad.
No es pues ese Vallejo
abstraído en sus pensamientos, apesadumbrado y solitario que presentan
imágenes y esculturas en las calles de Lima. Ese es el Vallejo que la burguesía
quiere representar en su propósito de torcer su memoria, de ignorar su militancia
partidaria, de desdeñar esa voz que a pesar de los años transcurridos sigue clamando:
“Todo o acto o voz genial, viene del pueblo y va hacia él”. Es uno de los
escritores peruanos más reconocidos en el mundo, y muchos cantautores
contemporáneos se inspiraron en el latido popular de sus versos para escribir
sus canciones. (J.S.)