El histórico encuentro de David y Goliat
nos legó una gran lección. Tomándolo hoy,
no ha sido por supuesto el pequeño David que
a la primera derrumbó al gigante, no será
a la segunda, y no sabemos si a la tercera.
Todo su éxito reside en la persistencia,
por eso estamos seguros de su victoria final.
Aunque ahora haya quedado tumbado en la arena, porque no sabía que semejante monstruo acudiría
al auxilio de sus aliados más granujas
y a los más bajos recursos. De tanto velar por
sus pobres logros, éstos empobrecieron las reglas de la contienda, echaron todas las cruces sobre
el adversario y otra vez David fue presentado
como la encarnación viva del diablo, descendencia palpable de las más oscuras fuerzas de la humanidad.
No es la defensa del odio aquello que lo caracteriza, sino la búsqueda de una solución política
donde la amnistía y la reconciliación sean
los valores superiores.
No es la afirmación en el pasado
el signo de David, sino la invitación a mirar
el porvenir con libertad para todos, así hayan sido enemigos en otros tiempos. Tal es su calidad.
El futuro siempre es un enigma, salvo para
las fuerzas del gigante que desde sus ojos miopes sólo alcanza a prever el día siguiente,
y el miedo a perder su calzatura.
Cuando el miedo se posesiona de un cuerpo,
no es ya la razón lo que guía sus movimientos.
Goliat está herido sin haber sido tocado
por las sencillas armas de su oponente. Por eso
levanta los brazos airosamente buscando el aplauso de una galería contratada,
tiene todos los medios a su favor.
Pero los más jóvenes vieron el desigual encuentro y es posible que busquen conocer a profundidad
las fuerzas que garantizan el poder del gigante,
y discernir un camino donde lo auténtico
sólo les demande un corazón de verdad entregado a su pueblo.
Ahora toca a David
hacer realidad su autocrítica para con su pueblo
que espera tanto de él.
CULTURALES 1º DE MAYO
PUBLICACIÓN DEL COLECTIVO
DE ARTE Y CULTURA “CESAR VALLEJO”
Plaza Bolognesi 540-A Lima / Telf. 9980 45139
culturales1demayo@gmail.com
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Colaboradores:
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