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*Los negociantes de la salud quieren
convertir casi en un delito la automedicación, pero hasta los perros vagabundos
–especialmente éstos que no pueden ir a clínicas veterinarias particulares-
saben cuándo hay que someterse a un ayuno radical o al consumo de determinadas
hiervas. Obviamente para todos los que tenemos un cuerpo, entre otros detalles,
es preciso una actividad física diaria, constante y consecuente, no menor de 20
minutos, que permita tal conocimiento y sensibilidad del primer y único
instrumento de nuestra vida: el cuerpo.
* Fuimos a ver el encuentro de danza “un
billón de pie” anunciado en el parque de la exposición, nos pareció valioso que
una fecha comercial como “el día del amor y la amistad” sea convertida en un momento
de reflexión sobre la violencia que se ejerce contra la mujer, y la necesidad
que tienen éstas (y también los varones, claro) de recuperar la conciencia de sus
cuerpos. Pero salieron al frente dos personajes de la televisión presentando a
la alcaldesa inaugurando un parque de “la integración”. Ellos tienen derecho a defender
sus posaderas en el sillón municipal, pero no a traficar con la expectativa de
la gente, y sobretodo en tales temas que resultan trivializados al ser
envueltos en esa campaña.
*Por todos los medios, la burguesía
trata que los jóvenes no accedan a la comprensión política de la realidad (“no
te metas”). Para ello el recurso más a la mano es el estímulo por una radical
sensualización, por una visión hedonista de la vida, por quemar en todo momento
“el último cartucho”. Es otra manera de contraponerlos a una visión histórica y
dialéctica del acontecer. Y por supuesto, el arte cumple un papel decisivo: una
de las inversiones más importantes en el mundo, después de las máquinas de
guerra y toda clase de armamentos, es la música, los mega eventos, las
superestrellas, los semidioses del firmamento banal. En el momento actual, para
la burguesía nada puede ser más peligroso que tener jóvenes que sueñen con los ojos
bien abiertos.
*Ibamos a realizar dos talleres de
teatro durante este verano. Uno en una zona popular de Lima, y otro en
provincia cercana. No sabemos porqué se cancelaron. En realidad, sabemos, o
suponemos. No problem. Nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios.
Eso pensamos. Adelante.
* Me siento disgustado conmigo mismo,
y con la “red social” facebook. Tuve que hacer uso de una cabina pública, y
olvidé cerrar mi señal. Grande fue mi sorpresa cuando vi que algún retrasado
mental, haciendo uso de un lenguaje bajoventral, se comunicó a mi nombre con
algunos contactos. He dado las disculpas y explicaciones del caso, por
supuesto, pero esto me ha llevado a pensar que esta forma de comunicación,
-estrictamente a través de palabras e imágenes-, tiene el ego y acaso la
vanidad como supuesto básico, pues de “social” no tiene nada y por el
contrario, con nuestra complicidad, alienta el personalismo y la sustitución de
la realidad. En el facebook se producen y divulgan códigos y señales que no
necesariamente se compaginan con los hechos y puede ser éste el nuevo escenario
de los grandes héroes de la “modernidad”, si no utilizamos con propiedad esta
tecnología y la preferimos a la vida real, esta que cruje en las calles y
solivianta nuestras emociones, palpitando en los colectivos en su demanda por
mejores condiciones de existencia. Tengo amigos que están al margen del
facebook o del correo electrónico, su alegría o su pesar no los necesita. Estoy
pensando seguir sus pasos.
Me
formó el teatro popular y callejero de los 70, de los 80, cuando para los
jóvenes del Perú la política debía guiar las acciones. Allí aprendí que por si solo
ningún elemento es importante,- ni las palabras, ni los gestos, ni la expresión
corporal, ni el maquillaje, ni los vestuarios, ni las escenografías, ni el movimiento,
ni la luz, ni el sonido, ni el silencio, ni el ritmo, ni las utilerías-, que en
torno a una idea útil y necesaria todo constituye una unidad indisoluble, y
apenas tiene el mismo peso que su destinatario, la gente, el público, porque
todo lo que hacemos en el teatro es para ese urgente crisol.
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