El pasado se
empeña en signar el rumbo político del presente, nos alcanza delante de
nuestras decisiones y empaña los días con la turbiedad de la repetición. Nos
impide el avance. Así en el fuero más interno como en las contradicciones
sociales. Si no miramos con profundo cuestionamiento el movimiento de lo real,
serenamente, compaginados con los tiempos, efectivamente, podemos volver a lo
mismo, ahora sin alegría. Pero la marcha incontenible de los hechos
protagonizados hoy por las grandes masas del Perú y del mundo, la situación
transformadora en ciernes, es el más claro horizonte donde debemos mirarnos.
La contienda
social en el Perú, las luchas de los pueblos por una sociedad que satisfaga sus
necesidades, no cesó un solo momento. Los reveses fortalecieron a los que
apostaron con firmeza por los cambios, por el incesante movimiento. Y por lo
justo. Un conjunto de acontecimientos populares, de auténtica defensa de sus
derechos fundamentales, se desarrolló la década pasada, y que recientemente
fueron acaso coronados, por su resonancia, con la defensa de una comunidad
cajamarquina de sus lagunas y contra el proyecto Conga.
Esa
conciencia social, aún no completamente desarrollada, late en el corazón de los
peruanos contra el atraso, la desocupación, los atropellos a las comunidades, la
inseguridad, la traba a la producción nacional, la falta de perspectivas, todas
abonan a la construcción de una apuesta superior, el gran frente que todas las
condiciones avizoran. Nunca más que ahora es visible la orfandad de la clase en
el poder, su incapacidad para estar a la cabeza de la sociedad, con la cosecha
de su propio cultivo: un país no reconciliado, con heridas aún abiertas, quizá
con las mismas cuentas pendientes que arrastra desde su origen republicano, y que
desencadenaron tantas rebeliones a lo largo de la historia.
Y llegan
ahora a la misma conclusión: la necesidad de un nuevo Estado. Los viejos
caudillismos se juntan a los nuevos personalismos. Pero la corrupción, la
podredumbre que socaba las bases mismas del Estado, hace necesaria una cirugía
de alto riesgo que no están dispuestos a hacer. Por eso, como común acuerdo
siguen afirmándose en la represión contra las luchas del pueblo, pero éste sabe
que la exacta valoración de su legado político y la cuidadosa atención a sus
principios deben, sentido de la unidad mediante, permitirle ser el enorme muro
que detenga la arremetida antipopular en marcha.
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