Hace muchos años en Cerro de Pasco apareció
una empresa minera que acometió contra los pueblos instalando una alambrada que
cercaba las comunidades, los cerros, las lagunas y la pampa, en una extensión
de miles de kilómetros. Nadie daba razón alguna de este cerco. El agobio y el
aislamiento dieron lugar a la indignación de los campesinos que defendieron con
energía sus tierras y ganados.
Las autoridades, fieles sirvientes del
capital internacional, en defensa de la empresa Cerro de Pasco Corporation, envían
tropas para contener los reclamos de la población de Rancas. Y el 2 de mayo de
1960 se produce una masacre. Ese es el tema de la novela “Redoble por Rancas”, la
primera del ciclo “La guerra silenciosa” que escribiera y publicara el poeta,
novelista y editor Manuel Scorza.
Manuel Scorza nació el 9 de Setiembre
de 1928 en Lima, pero vivió parte de su infancia en un pueblo de Huancavelica.
Estudió en el Colegio Militar Leoncio Prado y posteriormente, ingresó a la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos desde donde palpó y participó en la
agitación social de aquellos años. A los 20 años, en 1948, Scorza tuvo que
salir del país en calidad de exiliado tras el golpe de estado del general Odría
y la persecución que inicia esta dictadura. Se estableció en París, Francia,
donde trabajó como lector de español en la Escuela Normal Superior de
Saint-Cloud. Sin embargo, muchos de los versos de su primer poemario “Las
imprecaciones” (1955) ponen en relieve el desconsuelo por vivir lejos del Perú.
Más tarde, durante el gobierno de Manuel Prado, Scorza vuelve al Perú.
A su retorno, a la vez que bebe con
atención los conflictos sociales de su época, publica sucesivos poemarios con
una vena romántica y al mismo tiempo política: “Los adioses” (1959), “Desengaños
del mago” (1961), “Réquiem para un gentil hombre” (1962), “Poesía amorosa”
(1963). En 1968, mientras constituía un movimiento político de filiación
campesinista, se ve en la necesidad de volver al exilio. Más tarde, publica
otro libro de poesía, “El Vals de los reptiles” (1970). Pero es en su labor
como novelista donde desarrolla un tema definitorio para su labor intelectual: las
luchas campesinas contra la explotación de grandes empresas mineras
internacionales. Así es como después de “Redoble por Rancas” (1970) escribe y
publica “Historia de Garabombo el invisible” (1972), “El jinete insomne” (1977),
“Cantar de Agapito Robles” (1977), “La tumba del relámpago” (1979).
Como pocos editores, en este rubro,
Scorza pretendió poner en manos de los lectores, a un precio sumamente asequible,
la producción literaria de autores contemporáneos, peruanos y del orbe mundial,
popularizando con decisión su conocimiento. Populibros Peruanos fue el nombre
de su labor editorial. Hasta que la Iglesia y la censura de Luis Bedoya Reyes
le pusieron freno a la obra de Oswaldo Reinoso, “En octubre no hay milagros”.
Pero ya había publicado 54 títulos. Y ya había encendido en muchos jóvenes el
amor por la lectura.
En 1983 y después de haber publicado
en febrero de ese año su última novela, “La danza inmóvil”, que significaba una
ruptura radical con el ciclo de “La guerra silenciosa”, el Boeing 747 Vuelo 11
de Avianca en el que iniciaba viaje rumbo a Bogotá junto a otros intelectuales
para participar en un congreso que pretendía hacer balance de la cultura
hispanoamericana, se estrelló contra una colina en su aproximación al
aeropuerto de Madrid.
Al lado de Ciro Alegría y José María
Arguedas, por su profundo amor al campesinado peruano, Manuel Scorza es
considerado como uno de los grandes novelistas y poetas peruanos de la década
del 60. Los jóvenes escritores de hoy tienen en él una vida ejemplar. (M.G.)
“El drama de nuestra sociedad es que
no se actúa: se mira actuar. A los tiempos de los aventureros se suceden los
tiempos de los que miran aventuras. Mejor que luchar, rebelarse y vencer, es
mirar luchar, mirar rebelarse”. SCORZA
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