MARIO VARGAS LLOSA RECIBE
PREMIO NOBEL
El premio Nóbel (Literatura), fue instituido en 1901 por el inventor y filántropo sueco Alfred Nóbel y ha sido entregado a distinguidos escritores del mundo en diferentes idiomas, así lo recibieron Ernest Hemingway, William Faulkner y Thomas Mann, como se lo negaron a Bertolt Brecht, Herman Hesse y Charles Chaplin. Es un premio a las obras excepcionales, y también a la conducta política de los nominados, que por lo general, son efectivamente profesionales elevados de la literatura, y también parte de una maquinaria editorial con engranajes vinculados al poder en Europa y Estados Unidos.
Es grato, no obstante, saber que un peruano lo ha obtenido. Cuando sobresale una obra literaria también se premia el lenguaje, esa bella orfebrería de la materia que se manufactura, por así decirlo, a través de miles de años. Y en este caso es un premio al castellano de Garcilaso, pasando por Cieza de León, y más adelante César Vallejo y Arguedas, quienes en este lado del mundo hicieron del idioma el vehículo de ideas extraordinarias, de propuestas narrativas y poéticas de honda resonancia en la colectividad.
Desde una posición democrática, celebramos, sin mesquindades, este acontecimiento de la literatura peruana. En su juventud, Vargas Llosa conoció los principios del proletariado y temprano adhirió a ideales progresistas. Más adelante, abjuró de estos primeros ideales. Propio de una extracción como la suya, en sus marchas y contramarchas construyó- con conocimiento de causa- una defensa de la sociedad “democrática” como modelo social y su sistema de libre mercado. En el plano político, Vargas Llosa es un neoliberal, y no lo oculta.
El mismo ha señalado en declaraciones recientes su agradecimiento por tal mención y la diferencia entre sus obras y su posición política. Sin embargo, se ha complacido si la premiación es por ambas conductas. Lo cual nos lleva a plantear el problema de la unidad de pensamiento y acción en el escritor. No se puede ser un escritor aficionado. Es preciso encarnar el arte, vivir la literatura y la política como una unidad, como ya antes lo planteó Vallejo. Este aspecto es un hecho positivo de MVLL. Alguna sospecha de este ideal aparece en su discurso: “La Literatura es Fuego”, al recibir el Premio Internacional Rómulo Gallegos el 4 de agosto de 1967 en Caracas.
Entonces, Vargas Llosa era un escritor de vanguardia, adhería al socialismo, simpatizaba con la Revolución Cubana, es decir era un escritor de izquierda, en el sentido que subrayara su contemporáneo Oswaldo Reynoso, (en entrevista reciente que le hicimos en Culturales Nº 1). Sus aspiraciones pequeño burguesas, y su oscilamiento, pronto lo llevarían a instalarse plenamente en el pensamiento liberal y a defender sus tesis más trastornadas (la globalización y la invasión a Iran, p.e.).
MVLL, en la Comisión Uchuraccay |
Vargas Llosa es un escritor persistente y disciplinado. Es conocida su recomendación de que el escritor debe pasar delante de su máquina no menos de ocho horas diarias. Es un gran oficiante de la literatura, y ha logrado efectivamente buen manejo del idioma. Sus críticas a la composición social peruana, a sus gobiernos con caudillos pintorescos, el militarismo de los años 50, la atmósfera asfixiante del Perú de aquellos años, son, a nuestra manera de ver, sus mejores escenarios en las primeras novelas que escribiera. Sin embargo, después de su fracasada participación política en el FREDEMO, Vargas Llosa es la buena conciencia de nuestra burguesía. Es posible que eso lo alentara a proscribir el Decreto Legislativo 1097 y a declarar que éste significaba una amnistía encubierta. Vargas Llosa sabe bien cuáles son los términos políticos en los que las partes dan por concluido un conflicto. Después de obtener el Premio Nóbel, nos gustaría preguntarle, cuál es su posición sobre la necesidad de una amnistía general, como camino único y verdadero para la reconciliación nacional.
Jorge Sandoval
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