En una calle de Lima, hemos visto una
gigantografía de la Municipalidad de Lima ofreciendo un curso súper intensivo
de “alfabetización digital”, y eso nos lleva a pensar que el tropel de la
tecnología pretende llamar ignorantes o analfabetos a aquellos que no están
enlazados al correo electrónico, el facebook y el youtube. Hay una generación de
hombres y mujeres, hay un sector social, hay una mayoría que no siempre tiene
una computadora al alcance.
Sin embargo, se sabe que el Perú es
uno de los países que más cabinas públicas de internet tiene en Latinoamérica.
Es verdad que caudalosamente todos quieren acceder a estos modernos medios de
comunicación.
Pero la tecnología es un recurso. Las
contradicciones sociales arrecian en el mundo, y tienen componentes principalmente
políticos. La gran crisis del capitalismo remece de manera particular a los
países ricos, que ahora están dudando hasta cuándo pueden sostener sus estados financieros.
Las masas se movilizan, tienden a la organización, reinventan la unidad frente
a enemigos comunes. Y como los barcos sobre los que naufragan hacen agua por todos
lados, ahora ha saltado también el conflicto por la libertad del fundador de
Wikileaks.
Wikileaks quiere decir “fuga de
información”, palabras más o menos, y es una dirección web que publica, bajo
confidencialidad, documentos que evidencian la corrupción y el cinismo de las
autoridades en el mundo. Desde diciembre del 2006, y con mayor intensidad en 2010,
su fundador Julian Assange divulgó información que ha comprometido gravemente a
los círculos del poder en EEUU, especialmente en relación con las guerras de
Irak y de Afganistán.
Wikileaks se describe a sí misma como
una organización mediática fundada a nivel internacional por disidentes chinos,
así como por periodistas, matemáticos, científicos y tecnólogos de empresas
start-up de los Estados Unidos, Taiwán, Europa, Australia, y Sudáfrica.
Recientemente, su fundador fue acusado de delitos sexuales, todas las señales
indicarían que éste carece de fundamentos, pero requerido por un tribunal de
Suecia, el aparato judicial de Inglaterra (donde fue ubicado) pretendía su captura.
Pero el buen Julían Assange no encontró mejor refugio que una embajada
latinoamericana, es decir, la ecuatoriana, que le ha dado el asilo político.
Este acontecimiento ha abierto un
nuevo frente de contradicciones entre los países ricos y pobres, especialmente cuando
corrió el rumor de que la policía británica tomaría por asalto la embajada y
apresaría a Assange, quien por su parte sostiene que la acusación sueca es un
ardid orquestado por Washington para ser enjuiciado en Estados Unidos por su
labor con Wikileaks, lo que Suecia niega. No sin razón, el presidente
ecuatoriano ha rechazado enérgicamente las amenazas que el gobierno inglés ha
deslizado contra el papel de Ecuador.
Alborotado el gallinero diplomático
del mundo, los países de América, salvo EEUU y Canadá, se han solidarizado con
Ecuador. Vemos que a través de los recursos tecnológicos también viajan los
intereses de las clases, de los grupos de poder, es decir, éste también es un
escenario de las luchas actuales. (M.G.)
BATMAN:
LA MASACRE DE COLORADO
En pleno estreno de “Batman”, saga
cinematográfica de la poderosa industria norteamericana, en Aurora, cerca de
Denver (Colorado) mientras en la oscuridad de la sala el público disfrutaba la
proyección, alguien entre los espectadores, disfrazado del “Guasón”, antihéroe
y enemigo del protagonista, proveído de diversas armas de fuego, después de
producir una cortina de humo, disparó a quemarropa al público, dejando 12
muertos y una cincuentena de heridos. El criminal fue detenido al poco rato cuando
se alistaba a tomar su auto en el estacionamiento.
Como es sabido, estos crímenes
masivos, o “en serie” como se les denomina, no son extraños en la sociedad norteamericana.
La aparente vida apacible de los ciudadanos, sujeta rigurosamente a leyes y
acuerdos “democráticos”, se altera violentamente cuando alguien se enfrenta a la masacra impunemente. Por lo general,
terminan suicidándose. Es decir, son actos finales de sus autores y por ello mismo
cargados de un gran significado.
Se dice que en USA las armas estén al
alcance de la mano de cualquiera. En la sociedad del libre mercado no hay
restricciones que se opongan al poder del dinero.
Pero más allá de la fácil disposición
que se tiene con las armas, hay razones que explican estos hechos con mayor rigor.
En esta sociedad enferma y sin perspectivas, estos actos se repetirán una y
otra vez. En su face final, el imperialismo genera también desde dentro su
propia descomposición, y ello se canaliza entre otras formas a través del arte,
en general, de todos los medios de comunicación y la educación. Es evidente que
la identificación con los antihéroes, con los que representan la destrucción y
el caos, alientan una conciencia de muerte.
Por ello, nos preguntamos, cómo estas
sociedades pueden aún ser presentadas como modelos para nuestros países. Si las
guías de las conductas son el poder del dinero, el egoísmo y la fatuidad,
podemos deducir qué frutos obtendremos de esa cosecha. (M.G.)
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