1 de enero de 2013

"LOS HIJOS DE LOS DÍAS": EDUARDO GALEANO


DÍA DE LA JUSTICIA SOCIAL
A fines del siglo diecinueve, Juan Pablo Acosta vivía en la frontera uruguaya con Brasil.
Su trabajo lo obligaba a ir y venir, de pueblo en pueblo, a través de aquellas soledades.
Viajaba en un carro de caballos, junto a ocho pasajeros de primera, segunda y tercera clase.
Juan Pío compraba siempre el pasaje de tercera, que era el más barato.
Nunca entendió porqué había precios diferentes.
Todos viajaban igual, los que pagaban más y los que pagaban menos: apretados unos contra otros, mordiendo polvo, sacudidos por el incesante traqueteo.
Nunca entendió porqué, hasta que un día de invierno el carro se atascó en el barro. Y entonces el mayoral mandó:
-¡Los de primera se quedan arriba!
-¡Los de segunda se bajan!
-Y los de tercera… ¡a empujar!

ELLOS SUPIERON ESCUCHAR
Carlos y Gudrun Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania.
En el año 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo:
-Venimos a aprender.
Los indígenas callaron.
Al rato, alguno explicó el silencio:
-Es la primera vez que alguien nos dice eso.
Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrun y Carlos durante años de años.
De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto del objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, y aprendieron a saludar así:
-Yo soy otro tú.
-Tú eres otro yo.

A”LOS HIJOS DE LOS DÍAS”: EDUARDO GALEANO
(Montevideo, 1940) Infatigable escritor, autor entre otros muchos libros de “Las venas abiertas de América Latina”, con un inconfundible espíritu crítico en sus obras recoje las voces de calle y la historia, valiéndose de la poesía y el ensayo, sin respetar sus límites.

LA FABRICACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA
En 1917, el presidente Woodrow anunció que los Estados Unidos iban a entrar en la primera guerra mundial. Cuatro meses y medio antes, Wilson había sido reelegido por ser el candidato de la paz.
La opinión pública recibió sus discursos pacifistas y su declaración de guerra con el mismo entusiasmo.
Edward Bernays fue el principal autor de este milagro.
Cuando la guerra terminó, Bernays reconoció públicamente que habían sido inventadas las fotos y las anécdotas que encendieron el espíritu bélico de las masas.
Este éxito publicitario inauguró una brillante carrera.
Bernays se convirtió en el asesor de varios presidentes y de los empresarios más poderosos del mundo.
La realidad no es lo que es, sino lo que te digo que es: él desarrolló mejor que nadie las técnicas modernas de manipulación colectiva, que empujan a la gente a comprar un jabón o una guerra. 

ABRIL 18. OJO CON ÉL 
Hoy murió, en 1955, Albert Einstein. 
Hasta este día, y durante veintidós años, el FBI, Federal Bureau of Investigations, intervino su teléfono, leyó sus cartas y revisó sus tachos de basura. 
Einstein fue espiado porque era espía. Espía de Moscú: eso decía su frondosa ficha policial. Y también decía que él había inventado un rayo exterminador, y un robot capaz de leer la mente humana. Y decía que Einstein fue miembro, colaborador o afiliado de treinta y cuatro frentes comunistas entre 1937 y 1954, dirigió honorariamente tres organizaciones comunistas, y no parece posible que un hombre con estos antecedentes pueda convertirse en un leal ciudadano americano.
Ni la muerte lo salvó. Siguió siendo espiado. Ya no por el FBI, sino por sus colegas, los hombres de ciencia, que cortaron su cerebro en doscientos cuarenta trocitos y los analizaron en busca de la explicación de su genio.
No encontraron nada.
Ya Einstein había advertido:
-Lo único que yo tengo de anormal es mi curiosidad


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