Hace pocos días falleció el camarada
Pedro Córdova en la ciudad de Mollendo, capital de la provincia de Islay,
víctima de un cáncer que se lo llevó a la temprana edad de 54 años, apagando una
vida que aún tenía mucho que dar y producir. Muerte muy sentida por su familia,
los militantes y dirigentes del Partido en la región, especialmente de los
camaradas integrantes del Comité Local “DEAN VALDIVIA”, de la célula “Carlos Marx”
donde militó, de los antiguos y actuales compañeros y camaradas del UNIR, de
Izquierda Unida, del MNI, del MAS, de la izquierda, el nacionalismo y el
progresismo, y de toda la población mollendina reflejada en la masiva
asistencia al velorio y a su sepelio, donde asistieron desde el Alcalde
Provincial, de las filas de Acción popular, hasta el Gobernador de la
Provincia, el Director y autoridades del Hospital donde laboraba y una gran
cantidad de dirigentes políticos, sindicales y populares del Puerto Bravo.
Esta información puede aparecer de
rutina, pero por el contrario significa el profundo aprecio que logró obtener
el camarada Córdova por sus innatas condiciones de líder y conductor, por su
honestidad, humildad, sencillez y fidelidad a sus principios, lealtad con sus compañeros
de trabajo, identificación con su tierra y sus costumbres, y por su
desprendimiento y dedicación en la conquista y defensa de las reivindicaciones
económicas, políticas y profesionales de sus compañeros y camaradas.
Esta es una primera lección que todos
los comunistas e izquierdistas debemos aprender y cultivar, particularmente las
nuevas generaciones que deben emular a Pedro.
Pedro, trabajó desde muy joven en la
industria pesquera y fue elegido dirigente sindical, desempeñando esta actividad
conoció a su compañera y esposa, también dirigente.
Posteriormente cuando la empresa
quebró de manera fraudulenta para burlar los derechos sociales de sus
compañeros, tras una larga lucha logró un gran triunfo para sus agremiados.
Luego ingresó a trabajar al sector salud, en el hospital de su tierra natal, donde
también fue en varias oportunidades dirigente sindical, destacando el período del
gobierno fujimontesinista cuando en 1992 después de los despidos masivos y
nadie quería hacerse cargo del sindicato asumió la secretaría general,
practicando los principios del sindicalismo clasista sin vacilación alguna, motivo
por el cual fue perseguido y hostigado permanentemente por las autoridades
reaccionarias que se turnaron en la dirección y por los gobiernos de turno que vieron
en él a un formidable contrincante. Sin embargo,
Pedro jamás retrocedió ni se
atemorizó, menos cayó en la tentación de la traición como muchos que hoy
pululan en el movimiento sindical y popular que se alquilan y venden ante la patronal.
Pedro fue un hombre cabal y esta es otra lección que debemos aprender.
Por último, el camarada Córdova no se
limitó a encerrarse en la actividad puramente sindical, gremial o laboral, sino
que se proyectó hacia su colectividad como ciudadano, como luchador, como
revolucionario, como izquierdista y comunista, pues no hubo en los últimos 40
años ninguna lucha de envergadura provincial en la que no participara en
primera fila con su característica y estruendosa voz, arengando, agitando,
coreando consignas y lemas alusivas a la lucha de la provincia de Islay por la
Zona Franca de Matarani, contra el proyecto Pasto Grande, por la represa de
Tolapalca, contra la contaminación ambiental por los humos de Southern desde
Ilo y Toquepala, contra el proyecto minero Tía María, contra el proyecto
Quellaveco, etc. Es más, fue uno de los voceros del Comité Cívico por el No que
en 1993 logró que la provincia de Islay desaprobara la constitución neoliberal impuesta
por Fujimori-Montesinos. Y también fue uno de los participantes en el 2000 en
la Marcha de los Cuatro Suyos que trajo abajo la dictadura criminal y corrupta fujimontesinista.
Por eso se explica la enorme multitud que lo fue a despedir a su última morada,
en reconocimiento a su entrega, a su integridad y a su compromiso con la
sociedad. (B.B.B.)
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