Hace
más de 1,800 años una doliente multitud acompañaba los funerales del Señor de
Sipán quien yacía muerto en un fardo de tela y metales. Presidía el fastuoso ceremonial
un nuevo Señor, sacerdotes y jefes militares. Tras ellos, escoltas de guerreros
con armas, estandartes y trofeos, músicos con tambores y trompetas, mujeres
danzantes y todos los acongojados súbditos expresaban su pesar. El prolongado
colectivo y la compleja ritualidad de las ofrendas llegaron a su fin. El Señor
y sus ocho acompañantes serían sepultados para su viaje a la eternidad.
En
Sipán se descubrieron hasta 16 tumbas de diversas épocas y jerarquías. El
estudio de estas tumbas ha cambiado el conocimiento de la cultura mochica.
Antes de esto, se creía que en las representaciones gráficas aparecía un dios
superior, pero los ornamentos del Señor de Sipán y la majestuosidad de su corte
revelan la fuerte jerarquización que tenía este pueblo. De hecho constituían
poderosas castas los pescadores, los agricultores, los artistas, los guerreros
que junto a la elite sacerdotal constituían el conjunto mochica.
El
año 1967 un pequeño equipo de arqueólogos peruanos dirigidos por Walter Alva,
después de una dramática intervención lograron salvar del saqueo y la destrucción
a la primera tumba intacta de un gobernante del antiguo Perú, llamada la Tumba del
Señor de Sipán cuyos restos fueron encontrados en un ataúd de madera con un impresionante
conjunto de ornamentos, emblemas y vestimentas de oro, plata, cobre dorado y
otros materiales que integraban sus atuendos rituales y símbolos de poder.
Alrededor y dentro de la cámara funeraria se descubrieron también los entierros
de hasta 8 acompañantes y algunos animales, 3 mujeres jóvenes, un jefe militar,
un portaestandarte y un niño, igualmente los restos de dos llamas y un perro.
Este
descubrimiento presentó al mundo el esplendor y desarrollo de nuestras antiguas
culturas, convirtiéndose en un suceso de interés mundial, llegando a ser
calificado como uno de los 10 grandes descubrimientos del siglo XX, al mismo
nivel de Tutankamon, la tumba de Pacal, la tumba China y Machu Picchu.
El
próximo año se iniciarán los trabajos de excavación en los terrenos de la Huaca
de Barro donde desde hace mucho tiempo vive una comunidad ancestral. Se cree
que Mórrope era un centro de producción de cerámica que abastecía a Lambayeque,
y que Huaca de Barro era el taller principal de esta producción donde los
artesanos, que gozaban de mucho prestigio, destacaban por su laboriosidad con
la arcilla. El Proyecto Especial Naylamp y la Unidad Ejecutora 005, que depende
del Ministerio de Cultura, está a cargo del conjunto de arqueólogos e
investigadores, y también de conectar con la comunidad para realizar un trabajo
conjunto en esta investigación. No sabemos aún, qué puede haber después del
desentrañado de la tierra, qué memoria oculta y ahora redescubierta va a revelar
la conciencia del pueblo morropano que a través de los años subsiste en el
arenal, a pesar de todas las dificultades materiales.
1 comentario:
que interesante
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